Ulises de Joyce
Aunque pasen los años
Ulises, publicado en 1921, probablemente tiene pocos lectores, pero siempre tendrá lectores. Sumergirse en las páginas de Ulises – en el mundo contemporáneo – es emprender el viaje hacia la Ítaca literaria. No es una lectura fácil, un reto para los lectores de largo aliento. Vale decir que el paralelismo con la “Odisea de Homero” será metafórica, mas no una transposición de personajes, historias, tiempos y espacio. En los 20s “Ulises” escandalizó la Europa de entre-guerras, porque sus descripciones “eróticas”, crudas y descarnadas perforaban la moral y las buenas costumbres. Para ser publicado el libro contó con la ayuda de Ezra Pound y tuvo críticos severos como Virginia Woolf.
La novela-monstruo de Joyce (1882) privilegia el monólogo interior o dicho de otra manera:enfatiza la forma discursiva de la mente humana. En el día a día convencional no todo lo que se piensa se dice. Mientras en Ulises, los pensamientos desnudos de sus protagonistas Leopold Bloom y Sthephen Dedalus – alteregos de Joyce- son la fuente de la palabra, el fuego vivo y retrato de los temas predilecto de Joyce: Dublín, la religión judía, Dublín la obra de Shakespeare, la sensualidad y sexualidad. El prologuista y traductor de Ulises, José María Valverde, acertadamente escribe que: “el impacto más hondo y duradero de la lectura de ULISES quizá, sea hacer que nos demos cuenta de que nuestra vida mental es básicamente, un fluir de palabras, que a veces nos ruborizaría que quedara al descubierto, no tanto porque tenga algo que no se deba decir, cuanto porque si se lo deja solo, marcha tontamente, a la deriva, en infantil automatismo, en juego de palabras”
Ulises no es solo una historia, que podría parecer pueril, si decimos ligeramente que 600 páginas cuentan un día en la vida de Sthephen y Bloom desde las 8 hasta las 2 de la madrugada del 4 de junio y finaliza con los pensamientos fluídos de Molly Bloom- esposa de Leopold- desde las 2 hasta las 3 de la madrugada. No es solo una historia, son muchos relatos, muchas voces y personas, creando una novela multidimensional. Conocemos a sus personajes a través de su perspectiva y de la perspectiva de sus amigos. La mente humana escaba el pasado judío de Leopold, las aficiones literarias del profesor Sthephen, el recuerdo de una Irlanda, las posibilidades de una Irlanda libre, los deseos sensuales de Molly, los amores escondidos de Leopold. De principio a fin, superficialmente nada ha cambiado, el día cotidiano continúa sobre las espaldas de los personajes, la mente, el recuerdo ha recorrido diversos temas. Se aplaude normalmente en Joyce el dominio del lenguaje, sus juegos de palabras, traducidos eficazmente en su versión española, y sus citaciones de otras lenguas (latín, francés, español, italiano) que enriquecen a la novela.
En la novela contemporánea, la herencia del Ulises, quizás se vea en formas de escritura más personalistas, creando su propio microcosmos, pero pocos se aventuran en las novelas-monstruo como Ulises. El monólogo interior, la palabra interior (el subjetivismo)parece definir al mundo, olvidando los otros monólogos interiores de quienes nos rodean. Joyce no creó un microcosmos, por el contrario, emprendió la tarea de anotar (mostrar) con franqueza los pensamientos de un ser humano en relación profunda con sus semejantes, creando así el mundo Joyceano, que nos da mucho para hablar. Tiempo después de su publicación, su discípulo favorito, Samuel Becket afirmaría que Joyce se atrevió a poner al descubierto las imbecilidades de la mente interior, …y descubrió una América que todo el mundo tenía delante de sus narices.