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Mariátegui, el combatiente

Publicado: 2014-02-08


En Perú existió un gran intelectual – alto ahí - pero ¿qué es un intelectual? Un señor que vive sentando en una poltrona en medio de libros polvorientos; no. Esa no fue la imagen de Mariátegui. Hace casi cien años, aparecía en la escena pública: Mariátegui. El caballero de la triste figura, Mariátegui, cambiaría la prosa abstracta por un mensaje directo. Y hay tres aspectos atractivos de la vida del “Amauta”

Uno de los lados llamativos de Mariátegui es su filiación política: marxista. Defensor incólume del socialismo y de los partidos de izquierda, mira con ojo crítico los procesos políticos mundiales de su coyuntura. Al desembarcar, después de su viaje de Europa en 1923, Mariátegui ocupa sus días en organizar un sindicato, es así que funda en 1928 la Confederación General de Trabajadores del Perú, no contento con la creación dela CGTP, funda el Partido Socialista, para la difusión de un programa revolucionario. Muchos años después, casi todos escapamos a los rótulos, y nos horrorizamos de tener alguna filiación, porque lo mejor – políticamente hablando - es no tenerla. Sin duda, son pocos, quienes desean defender el pasado de algún programa político por el aparente pasado oscuro, por ello muchos esperan algo “nuevo” o mantener la vida sin altibajos del siglo XXI. Mariátegui, en contraste al dios pragmatismo de hoy, afirmó: “No soy un espectador indiferente del drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe”, demostrando que no contemplaría pasivamente los acontecimientos públicos.

Otro aspecto importante es su trabajo periodístico. Más allá de los conocidos “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Nacional”, tuvo una carrera prolífica como periodista, a los 17 años empezó a escribir artículos sobre política, literatura, box, hípica, en diarios como “La Prensa” o “El Tiempo. Sin embargo el fruto más maduro nos lleva a 1923. Sin duda Mariátegui publicó en diferentes diarios y acerca de temas nacionales e internacionales. Es muy difícil abarcar su obra en un artículo, rescato sus columnas que hablan de los acontecimientos mundiales como “Figuras y Aspectos de la Vida Mundial” y “Lo que el cable no dice”.

Sin internet a disposición, el Amauta informa periódicamente de los sucesos mundiales acerca de lugares variopintos: los países balcánicos, la lejana China, de la Europa Occidental y Oriental. En estos espacios, no sólo informa, sino analiza los hechos. Denuncia el imperialismo de los aliados ingleses y franceses durante la entreguerra (1919-1939); enfatiza sobre el juego de sus intereses que cae sobre países, tratados como tontos de capirote. El interés de Francia en mantener a Alemania subyugada y controlada mediante su país amigo Polonia. Da cuenta del fascismo italiano y de la dictadura española de Primo de Rivera, anuncia la ineficacia de “La Sociedad de Naciones”. Por otro lado ensalza el proceso revolucionario de Rusia y China. Mariátegui vislumbro que las decisiones trascendentales para los países pequeños se toman en países ajenos y en otro idioma.

En el proceso mundial existió imperios, muchos de ellos consentidos, aunque en Perú se acusa del domino del llamado imperialismo, capitalismo, sistema, entre otros. Ese gran fantasma carece de forma porque se le desconoce, se tiene la noción que está ahí, pero no cómo se manifiesta. No por falta de información, mas bien por el escudo de los medios de comunicación que dirigen nuestra atención a otros temas. Mariátegui deja una lección al periodista y al ciudadano a dirigir una mirada a lugares remotos, no sólo para conocer sino actuar en la coyuntura. Si enterados, hoy del proceso mundial, tomaríamos decisiones distintas y evitaremos flotar a través de la ola mundial adormecedora. De esta manera, actuaremos, protestaremos, nos indignaremos en el alza o baja del oro, dólar, con la ganancia o pérdida de derechos (Uruguay y Rusia, respectivamente), o mostraremos curiosidad por las marchas de Ucrania.

La última arista de Mariátegui recae en los obstáculos del camino y su prematura desaparición. Su muerte, antes de cumplir 35 años, deja boquiabiertos, a quienes esperaban más de su participación política y lucidez intelectual. Aún más, su vida de autodidacta, su lucha constante con la enfermedad, los momentos de escasez económica. Admiro la fortaleza espiritual del Amauta que le hizo sobrellevar los padecimientos materiales, su muerte lo idealizo, se convirtió en modelo de los izquierdistas peruanas. La crítica más certera contra él, es que estaba equivocado en su creencia. Me alegra que haya fallecido convencido de sus ideales y las defendió hasta el final, y dudo que hubiese renegado de ella, años mas tarde .


Juliaca, Febrero.


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Columna de cultura, política y otras ficciones.